ISLAS, 66 (208): e1454; mayo-agosto, 2024.
Recepción: 08/04/2024 Aceptación: 27/07/2024
Artículo científico
Rúbricas del tiempo: historia y cultura cubanas en el álbum de Autógrafos de Zoe de la Torriente Brau
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Rubrics of time: Cubans history and culture in Zoe de la Torriente Brau's Autograph album
Mabiel Hidalgo Martínez
Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, La Habana, Cuba
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0119-5060
Correo electrónico: hidalgomabiel@gmail.com
Jesús Arencibia Lorenzo
Universidad de Concepción, Concepción, Chile
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8775-722X
Correo electrónico: arencibialorenzo@gmail.com
RESUMEN
Introducción: El álbum de Autógrafos perteneciente a Zoe de la Torriente Brau, engrosa la lista de documentos conservados por las hermanas de esta ilustre familia. El análisis de tan singular volumen de cara a la trayectoria vital y los aportes intelectuales de su propietaria constituye el objetivo principal del presente artículo, en aras de coadyuvar al conocimiento de esta figura en su relación con el contexto cultural de su época, y de manera especial con los firmantes de las dedicatorias, muchos de los cuales son, en sí mismos, columnas de pensamiento del siglo xx cubano, con visiones que implican a Puerto Rico y España.
Métodos: La investigación, que asumió los principios histórico-lógico e inductivo-deductivo estuvo basada en la revisión bibliográfica documental y el análisis de contenido cualitativo; herramientas que permitieron develar los vínculos entre la dueña del álbum de Autógrafos, su época y los firmantes ilustres que le dedicaron ideas.
Resultados: Un análisis de la composición del volumen, que tiene como fechas extremas 1926 y 1996, evidencia que las dedicatorias en prosa resultan las de mayor representatividad, seguidas de los poemas, dibujos, partituras y fotografías. El examen de los años y los firmantes, en diálogo con acontecimientos de la vida personal y profesional de Zoe de la Torriente, así como con el entorno cultural y social cubano, hizo posible la delimitación de cuatro grandes grupos de autógrafos, en los cuales la muerte de Pablo constituye un parteaguas en la estructuración de las firmas.
Conclusiones: En este artículo se han revisitado con mirada interpretativa las voces y rostros encapsuladas en rúbricas insignes que contiene tan valioso documento, muestrario de ideales, personalidades, caracteres, códigos de época y detalles históricos singulares que lo convierten en una pequeña joya dentro del fondo documental de la familia que atesora el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
PALABRAS CLAVE: álbum; Autógrafos; Zoe de la Torriente Brau; Pablo de la Torriente Brau; cultura cubana
ABSTRACT
Introduction: The Autograph album belonging to Zoe de la Torriente Brau adds to the list of documents preserved by the sisters of this illustrious family. The main objective of this article is to analyze this unique volume in relation to the life trajectory and intellectual contributions of its owner, aiming to enhance the understanding of this figure in connection with the cultural context of her time, and especially with the signatories of the dedications, many of whom are themselves pillars of 20th-century Cuban thought, with perspectives that also involve Puerto Rico and Spain.
Methods: The research, which followed the historical-logical and inductive-deductive principles, was based on a documentary bibliographic review and qualitative content analysis—tools that revealed the connections between the album's owner, her era, and the distinguished signatories who dedicated their thoughts to her.
Results: An analysis of the composition of the volume, which spans from 1926 to 1996, shows that prose dedications are the most representative, followed by poems, drawings, musical scores, and photographs. The examination of the years and signatories, in dialogue with events from Zoe de la Torrente’s personal and professional life, as well as the Cuban cultural and social environment, made it possible to categorize four major groups of autographs, with the death of Pablo serving as a turning point in the organization of the signatures.
Conclusions: This article has re-examined with an interpretive lens the voices and faces encapsulated in the distinguished signatures contained in this valuable document, a showcase of ideals, personalities, characters, codes of the time, and unique historical details that make it a small gem within the documentary collection of the family preserved by the Pablo de la Torriente Brau Cultural Center.
KEYWORDS: álbum; Autographs; Zoe de la Torriente Brau; Pablo de la Torriente Brau; Cuban culture
Concepción y/o diseño de investigación:
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Adquisición de datos:
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Análisis e interpretación de datos:
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Escritura y/o revisión del artículo:
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El patrimonio documental forma parte del patrimonio cultural de las naciones, expresión material de la memoria histórica, la identidad y la cultura. La diversidad de tipologías y soportes, la antigüedad, rareza, origen y pertenencia a personalidades relevantes, entre otros aspectos, constituyen elementos que valorizan el amplio universo de la documentación, conservada principalmente en archivos, bibliotecas, museos y en colecciones privadas.
Como parte del patrimonio documental, los álbumes, en particular los de autógrafos, han despertado el interés de académicos, en función de sus valores para los estudios de la cultura, la literatura y la historia.
La costumbre decimonónica de coleccionar dedicatorias en diversos estilos y formatos, solicitadas a personas preeminentes, principalmente por iniciativa de mujeres dio lugar a la existencia del álbum de autógrafos, cuya práctica se hizo popular en Alemania, Francia e Inglaterra antes de instalarse en España y Latinoamérica.
Su uso se extendió durante las primeras décadas del siglo xx y fue modificándose su configuración con la incorporación de fotografías, postales, recortes de periódicos, entre otros elementos que
conforman un atractivo cruce de personalidades, discursos, hábitos y tradiciones que nos permiten estudiar la dinámica de las relaciones interpersonales y prácticas de lectura de la época desde un contexto que no se limita a la vida nacional, sino que pone en contacto a la dueña o dueño del álbum con una comunidad cosmopolita. (Miseres, 2019: 25)
Desde los estudios literarios y de género, el álbum se ha visto como objeto generador de dinámicas de lectura y socialización femeninas en el siglo xix y en las primeras décadas del siglo xx, en opinión de Miseres, «semejante en usos y propósitos a nuestras actuales redes sociales» (2019: 27).
Con respecto a la evolución de los álbumes de autógrafos hacia otras formas diversas, Galán y Sánchez (2004) destacan que las páginas web serían la modalidad más moderna y actual de lo que originariamente fue un álbum de autógrafos, pues el usuario puede realizar un comentario y firmar con su nombre.
El álbum de Autógrafos perteneciente a Zoe de la Torriente Brau engrosa la lista de documentos conservados por las hermanas de esta ilustre familia, en cuyas páginas se manifiestan las relaciones de la tercera hija del matrimonio Torriente Brau con notables personalidades de la intelectualidad cubana y latinoamericana del siglo xx, reveladores de una época y testimonio de vida de su protagonista.
El presente artículo responde, en parte, a la convocatoria de la periodista y profesora Miriam Rodríguez Betancourt,1 quien durante décadas presidió la Cátedra Pablo de la Torriente Brau, cuando expresó:
Porque Zoe, lo he dicho ya en otras ocasiones, no es sólo la hermana de Pablo; ella misma tiene valores intelectuales y cívicos que están reclamando desde hace rato un estudio riguroso para que sea conocida como la ilustre bibliotecaria que fue. (Rodríguez, 2000: 7)
La compilación de textos escritos por Zoe de la Torriente, a cargo de Rodríguez y Trujillo (2006) constituyó un notable paso en la dirección apuntada por la profesora Rodríguez Betancourt. En ese volumen por primera vez fue publicada una pequeña selección de los Autógrafos. Sin embargo, hasta hoy no se ha acometido un análisis a profundidad de tan singular documento, de cara a la trayectoria vital y los aportes intelectuales de la hermana más cercana en el tiempo y en los afectos de Pablo. He ahí el objetivo principal del presente artículo, en aras de coadyuvar, también, al conocimiento de esta figura en su relación con el contexto cultural de su época, y de manera especial con los firmantes de las dedicatorias, muchos de los cuales son en sí mismos columnas de pensamiento del siglo xx cubano.
Las encuadernaciones con páginas en blanco, abiertas a la solicitud de firmas y dedicatorias de personas relevantes, así como de amigos y familiares fueron muy populares fundamentalmente entre las mujeres de las clases pudientes del siglo xix y durante la primera mitad del xx, moda que más tarde también conquistó estratos sociales menos favorecidos incluso, llamó la atención de algunos hombres.
De manera particular sobresale el álbum de señoritas, también denominado álbum de autógrafos, definido por Palenque como:
La agrupación de dedicatorias autógrafas de los autores más prestigiosos del momento junto a firmas poco o por completo desconocidas; admiten pinturas, con distintas técnicas (en la propia hoja o adheridas), bordados, partituras […] El verso y la letra manuscrita reinan como forma de comunicación, pero tampoco es extraña la prosa, en expresiones cortas, casi gnómicas. (Palenque, 2019: 92)
Con relación a la configuración del álbum, Galán y Sánchez (2004) destacan que podía partir de la iniciativa del propietario o de alguna persona cercana a él. En el caso de los artistas, se les hacía llegar el álbum o bien hojas sueltas que más tarde eran incorporadas al volumen. De esta forma, el tiempo que transcurría desde el inicio hasta la conclusión del álbum podía ser muy dilatado.
Aún cuando su uso estuvo relacionado con refinamiento y linaje, intercambio de saberes y sociabilidad, fue visto como un objeto frívolo, complaciente. Sin embargo, el escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento (como se cita en Miseres, 2019: 33) resaltó los gérmenes de la literatura nacional en los álbumes femeninos, al llamarlos «la octava maravilla de la moda», lo cual acrecienta el interés de su conservación en los fondos de bibliotecas, museos y colecciones privadas.
Miseres (2019) llama la atención acerca de las contribuciones literarias de notables escritoras y escritores de los siglos xix y xx presentes en las antologías y rescatadas de los álbumes, también llamados de «amistad». Entre los nombres sobresalen Ricardo Palma, Rafael Pombo, Andrés Bello, Carolina Freyre de Jaimes y la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Para Fernández, los álbumes permiten analizar la relación entre el texto y su mundo social, «y sus contenidos pasan por una doble o triple lectura: como objetos en sí mismos, como fragmentos en una página y como piezas relacionadas con la respuesta que le provoca al lector» (Fernández, 2012: 52).
Por ello, hurgar en la composición de los Autógrafos de Zoe de la Torriente Brau ofrece claves para el estudio de la trayectoria familiar y profesional de su creadora, al tiempo que pone al descubierto las relaciones con el contexto en el cual se originaron los documentos, y de manera particular, los vínculos con personalidades de relevancia para la historia social, política y cultural de Cuba, Puerto Rico y, en menor medida, de España.
Pablo de la Torriente Brau es uno de los más relevantes intelectuales y revolucionarios del siglo xx cubano. Renovador del periodismo, donde legó crónicas, reportajes y testimonios en los que experimentó —con décadas de antelación— estructuras y mecanismos similares a los que después serían el fenómeno mundialmente conocido como Nuevo Periodismo norteamericano, con Tom Wolfe, Truman Capote y Norman Mailer, entre otros, a la cabeza (Rodríguez, 2006). Narrador que a pesar de su exigua obra publicada en vida tiene un puesto indiscutible entre la vanguardia narrativa de la Isla (García, 2002). Pensador político insuficientemente valorado, pero que dejó análisis medulares del complejo proceso sociopolítico del que fue partícipe y cronista: La revolución del 30 en la mayor de las Antillas (Cairo, 2006; Martínez Heredia, 2006). En Pablo se unieron singularmente el rudo hombre de acción, la delicada sensibilidad hacia la belleza y la natural simpatía para dotar de tintes humorísticos hasta los más dramáticos reportes de periódico.
Por si todo esto fuera poco, su impronta de internacionalista —reportero y comisario político— en la Guerra Civil Española asombró tanto a la intelectualidad progresista del mundo, que muchas prominentes figuras le dedicaron homenajes. Gabriela Mistral (1970: 321-322) habló de su «estampa de jefe natural de hombres» y su «abundancia cordial», y Miguel Hernández, en su célebre «Elegía segunda» aseveró: «Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan» (como se cita en Casaus, 2010: 108), por solo mencionar dos ejemplos.
Su hermana Zoe representó en vida de Pablo la compañera ideal de temperamento, aventuras, capacidad de trabajo e inteligencia que lo secundó dentro de la familia. Y después de la caída del héroe en Majadahonda, poco a poco se convirtió en la más tenaz guardiana, organizadora y defensora de su patrimonio intelectual, a la cabeza de las hermanas que no fueron menos en el sagrado deber de ser dignas del ídolo.
Refiere la profesora Rodríguez Betancourt que Zoe
halló tiempo, energías, y el valor necesario, para las más diversas, intensas y hasta dispares labores: dio clases particulares de matemática, estudió italiano y francés, prestó servicios en la Cruz Roja Nacional como primer teniente, se recibió de Farmacia y Bibliotecología, fue secretaria de renombrados profesionales, y montó y dirigió un taller de encuadernación de libros […] (como se cita en Rodríguez, 2006: 7)
La mayor parte de la papelería del gran revolucionario que sirvió de base documental al Centro Cultural que lleva su nombre en Cuba fue ordenada y donada, en última instancia, por Zoe y Ruth. A dejar recuerdos nítidos de Pablo, ya muy ancianas, dedicaron ambas sus postreras fuerzas.
Pero Pablo, Zoe y sus hermanas probablemente no hubiesen llegado a esas cimas sin un sustento de hogar y familia que propiciara e impulsara tales arrestos. El «Papador», que mencionaban con adoración los niños Torriente Brau no era otro que Salvador Brau Asensio, el abuelo materno que dignificó el periodismo y la historiografía de Puerto Rico. El mismo a quien Gonzalo de Quesada y Aróstegui, albacea de José Martí, regalara un ejemplar primigenio de La Edad de Oro y este, a su vez, lo obsequiara a Pablo.
Su tío materno, Luis Brau de Zuzuarregui, apunta la profesora Nuria Nuiry (2006) creó y dirigió por más de 30 años el semanario de sátira puertorriqueño Pica- Pica, en el que —evocaba Zoe—, ella y Nene leyeron sus primeras letras políticas y de antimperialismo.
Félix de la Torriente Garrido, el padre, fue un eminente pedagogo, fundador y director de escuelas en el Oriente de la isla a principios del siglo xx. De su rectitud moral dan cuenta muchas referencias. Baste mencionar que, ante una indisciplina típica de rebeldía infantil expulsó a su propia hija Zoe del centro escolar que dirigía.
Graciela Brau de Zuzuarregui, la madre, era una mujer de refinada cultura y elegancia, que ponía a los niños a hacer lecturas colectivas de clásicos literarios como El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha; alma de un hogar en el que se llegó a pasar penurias económicas; pero nunca, ni en vida de Pablo ni después de su muerte gloriosa, se intentó lucrar con su bien ganado prestigio.
De las hermanas menos «mediáticas» del héroe, también hay sobrados méritos para referir. Güiki (Graciela), aun tras la adversidad de haber perdido un ojo en un accidente, impartía clases de pintura; Lía dirigió un policlínico docente en La Habana; y Ruth, la más pequeña, que solía subvalorarse diciendo ser la menos inteligente del clan familiar, era mecanógrafa, taquígrafa y dominaba el inglés; conocimientos que le valieron para ejercer como secretaria en la sede estadounidense de la ONU durante varios periodos de sesiones de la Asamblea General (Torriente Brau, 2010).
Considerando que los Torriente Brau comienzan su impronta pública en Cuba en la década de 1920, y que Ruth, la última heredera de ese abolengo falleció en La Habana a los 97 años, en octubre de 2010; podría considerarse que su huella de ética, cultura, solidaridad y humanismo recorre en la isla un siglo de avatares. El álbum de Zoe, pletórico de firmas y pensamientos de múltiple relevancia, da testimonio singular de casi todo ese tiempo fecundo.
Siguiendo los principios histórico-lógico e inductivo-deductivo (Izaguirre, 2021), la investigación estuvo basada esencialmente en la revisión bibliográfica documental y el análisis de contenido cualitativo. En sucesivas lecturas del Álbum contrastadas con otras tantas del Índice que elaborara años más tarde la propietaria, fueron descifrándose los mensajes de cada uno de los firmantes; para lo cual también se acudió —siempre que fue posible— a otros documentos de estos donde se mostraran rasgos caligráficos o textos publicados que serían posteriormente reescritos para Zoe, como es el caso del poema de Bonifacio Byrne (Torriente Brau, 1996: 56).
Asimismo, dada la amplia bibliografía de y sobre Pablo de la Torriente Brau publicada y accesible en Cuba, se revisaron en paralelo varios textos del periodista (o en torno a su figura) coetáneos a algunos de los autógrafos, de tal forma que se pudieran «filtrar» hechos, personas y circunstancias vinculadas a la destinataria de las dedicatorias, su célebre hermano y la familia Torriente Brau toda.
La investigación cualitativa, tiene entre sus características el «énfasis en los contextos y prácticas culturales en que se realiza la acción social», apuntan Alonso y Saladrigas (2000: 49); en tanto Bardin (como se cita en Piñuel, 2002: 4) señala que «el análisis de contenido se convierte en una empresa de des-ocultación o re-velación de la expresión, donde ante todo interesa indagar sobre lo escondido, lo latente, lo no aparente, lo potencial, lo inédito (lo no dicho) de todo mensaje». Tales asertos fueron seguidos con especial atención en este estudio, en el cual la decodificación básica y la cuantificación tipológica se combinan con herramientas interpretativas más cercanas a lo literario.
En 1926, Zoe de la Torriente Brau se tituló de Doctora en Farmacia, por la Universidad de La Habana. A la costumbre de estampar las firmas de profesores, amigos y familiares, una vez graduado, correspondió su hermano Pablo, al regalarle el álbum de Autógrafos, celosamente conservado por su propietaria y que, luego de su fallecimiento, el 26 septiembre de 1996, pasó al cuidado de su hermana Ruth, la última del linaje de los Torriente Brau.
Noventa y cuatro páginas autografiadas, de aproximadamente 5x7 pulgadas, conforman el volumen. Con fechas extremas 1926 y 1996, se recorre en sus páginas un largo período de site décadas, en las que Zoe armonizó expresiones de afecto, de manera consciente y planificada.
La posterior elaboración de un Índice de los Autógrafos, a cargo de Zoe de la propiedad, independiente al álbum favorece la comprensión y el análisis del conjunto documental, pues ofrece valiosa información de las personalidades, esclarece algunas firmas, fechas y acontecimientos y se convierte en una herramienta que responde a la experticia de quien, además de farmacéutica llegó a ser una excelente bibliotecaria.
Un análisis de la composición del volumen, evidencia que las dedicatorias en prosa resultan las de mayor representatividad (67), seguidas de los poemas (13), dibujos (7), partituras (3) y fotografías (3), como se detalla en el gráfico 1.
Gráfico 1. Tipología documental del álbum de Autógrafos de Zoe de la Torriente Brau
Fuente: Elaboración propia
El examen de los años y los firmantes en diálogo con acontecimientos de la vida personal y profesional de Zoe de la Torriente, así como con el contexto cultural y social cubano, hizo posible la delimitación de cuatro grandes grupos de autógrafos, en pos de una mejor interpretación: los de la familia y de la propia Zoe, en las páginas iniciales del álbum, que comprenden documentos de fecha tan temprana como 1909, con casi total probabilidad incorporados posteriormente por la propietaria; los dedicados a partir de la graduación en 1926 y hasta 1936, año de la muerte en combate de Pablo de la Torriente Brau; aquellos estampados entre 1937 y 1958, etapa marcada por la evocación al hermano-héroe, la realización de varios trabajos y los estudios de idiomas y Bibliotecología y, por último, las dedicatorias fechadas entre 1959 y 1996, que coinciden con la revolución cubana, la revalorización de la figura de Pablo y la etapa final de la vida laboral de Zoe.
Vale destacar que el año más productivo con relación a los autógrafos corresponde a 1928, con una decena de dedicatorias, lo cual se relaciona con el propósito del documento; seguido de 1932, espacio temporal en el que consta la respuesta de ocho firmantes, entre amigos y personalidades, con ilustres nombres como los del poeta Bonifacio Byrne y el filósofo y pedagogo Enrique José Varona.
Justamente en 1932, durante los convulsos tiempos de la dictadura de Gerardo Machado, Zoe redacta una advertencia que incorpora a los Autógrafos, lo cual reorienta el sentido de las dedicatorias —hasta ese momento plagadas de elogios— y revela rasgos de una personalidad rebelde, independiente, sincera:
Maestro, compañero, amigo:
Imprime a éstas páginas un pensamiento grande, noble, que hable mucho de ti. No trates de halagarme con elogios personales, se no los merezco, y al juzgarte poco sincero, perdería para mi el entusiasmo de este recuerdo. [sic] (Torriente Brau, 1932: 6)
La configuración del álbum, en sus primeras ocho páginas, se articula de forma tal, que aglutina la presencia del núcleo familiar más estrecho: cuatro de los cinco hermanos Torriente Brau, incluida la protagonista, el abuelo Salvador Brau y el tío materno Mario Brau de Zuzuarregui. Por consiguiente, en la contraportada aparece el dibujo de un paisaje cubano —con la palma real y la bandera de la estrella solitaria, atributo y símbolo respectivamente de la Mayor de las Antillas— de la autoría de la primogénita de los Torriente Brau, Graciela, conocida como Güiki.2
El primer folio, lo destina a su hermano Pablo de la Torriente Brau, en representación del sagrado lugar que ocupa en sus afectos y como tributo a quien le prometió hacer «un resumen crítico» en la última hoja. Dos pequeñas fotografías de la tumba de Pablo en el cementerio de Chamartín de la Rosa, Madrid, el 23 de diciembre de 1936, con la visita de sus primos Francisco y Jesús de la Torriente, así como la imagen del nicho 3772 al que trasladaron los restos del Héroe de Majadahonda, en el camposanto de Montjuic, Barcelona, en octubre de 1939, dan inicio a los Autógrafos.
Luego, siguen los versos del abuelo Salvador Brau, Papador: «Parar puede la niña sonreída/el péndulo que estudios le recuerda, /mas al reloj fatal de nuestra vida/no hay quien detenga la inflexible cuerda» (Brau, 1909, como se cita en Torriente Brau, 1996: 2). Zoe describe la escena que inspiró al poeta e intelectual puertorriqueño: «Versos escritos por Salvador Brau Asensio en San Juan de Puerto Rico, en 1909, al sorprenderme mi abuelo tratando de parar el péndulo de un reloj grande, del tamaño de un escaparate» (Torriente Brau, 1996: 2).
Al retrato de la joven recién graduada anteceden las lecciones del abuelo-maestro —quien con hermosa caligrafía traza los nombres de sus nietos como pauta de escritura— así como el dibujo del célebre jíbaro de Puerto Rico, en 1908, creación de su tío Mario Brau, destacado caricaturista y periodista boricua.
Figura 1. Zoe de la Torriente, retrato de graduada, 1926
Fuente: Autógrafos
La disposición de documentos hasta ahora descrita, principalmente en los inicios del álbum, se aviene con la manipulación del significado de la imagen y del texto, definido por Fernández como un proceso de «ruptura y reconstrucción. Al rearmar las representaciones pictóricas y anotaciones se convierte la fractura en armonía, lo que da unidad a las diferencias» (Fernández, 2012: 53). Por ello, no extraña que el primer autógrafo escrito en 1926 se ubique en la página 12 y le antecedan a este algunas dedicatorias en fechas como 1950, 1928, 1949, además de la nota redactada por Zoe al morir su hermano y el retrato de perfil del joven que muestra la figura 3, pintado por Ruth de la Torriente Brau, en 1937.
Figura 2. Dibujo de Pablo de la Torriente Brau realizado por su hermana Ruth, a partir del retrato de este en 1930
Fuente: Autógrafos
Sin duda, la muerte de Pablo constituye un parteaguas en la vida de la familia y en la estructuración de los Autógrafos, la nota de Zoe lo confirma:
Este libro significa algo muy hondo para mí. Obsequio de mi hermano Nene, (Pablo) al finalizar mis estudios en la Universidad de La Habana, para que recogiera en sus páginas los autógrafos de «mis ilustres profesores» y le reservara la hoja final para él hacer «un resumen crítico».
Poco después caía en España por defender los derechos de la humanidad… y quedaba mi álbum, sin la nota chispeante de su iniciador.
Como compensación, esos trazos de su perfil en la página inicial de nuestra hermana Ruth copia del retrato que el cariño y entusiasmo le hicieran exclamar «¡con esta corbata y este retrato seré famoso!» (Torriente Brau, 1942: 7)
En 1942, Zoe incorpora otro párrafo a la mencionada nota, y esta vez vuelve sobre la corbata de Pablo en el dibujo de Ruth, con quien comparte créditos, al advertir que «la corbata fue hecha y mal pintada por mí» (Torriente Brau, 1942: 7). Y continúa diciendo: «su corbata se conserva en el Museo de Periodistas de La Habana,3 su retrato adorna salones, aulas, en homenaje a su vida generosa. Su profecía se cumple, pero falta él, que era lo esencial» (Torriente Brau, 1942: 7).
En el grupo de autógrafos dedicados a raíz de la graduación de la carrera de Farmacia, que tuvieron correspondencia con el propósito del regalo de Pablo destacan principalmente profesores del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y de la Universidad, amigos del Colegio Cuba, fundado por su padre en la ciudad de Santiago de Cuba, así como familiares y amigos de la propia Zoe y de los Torriente Brau. La mayoría enaltece el talento de la joven, hacen referencia a su carácter y le auguran una exitosa vida profesional.
«Señorita Zoe de la Torriente: A su breve paso por las aulas universitarias dejó un recuerdo imborrable de su talento y virtud» (Como se citó Torriente Brau, 1996: 40), le escribe en 1928, Idelfonso Bernal, profesor de la Escuela de Farmacia. En el orden de los halagos, también sobresale la firma de Ricardo Diago, vicedirector del Instituto de La Habana, a quien Zoe califica de «distinguido, culto y cordial», quien expresa: «Con su claro talento, su exquisito carácter y, sobre todo, con su gran simpatía, posee usted lo indispensable para ser feliz […]» (Diago, 1929, como se citó en Torriente Brau, 1996: 32).
Entre los varios firmantes que prefirieron estampar su autógrafo en forma de verso se destacan el médico y escritor Gonzalo Mazas Garbayo y el poeta matancero Bonifacio Byrne. Precisamente en 1930 —año en que vio la luz el libro de cuentos Batey, de la autoría de Pablo de la Torriente y su amigo Gonzalo Mazas— el galeno le dedica a Zoe el poema Frente al templo, perteneciente a su libro Poemas del hospital y otros poemas de 1925.
Por su parte, no resulta casual la selección del soneto El sueño del esclavo por Bonifacio Byrne, publicado en 1901, en su libro Lira y espada y retomado en 1932 para el álbum de la joven con igual sentido patriótico y vigencia ante la lamentable situación política que vivía el país. El autor del célebre poema Mi bandera escribe -y fecha en Matanzas- los versos con letra estilográfica a la usanza de las plumas antiguas, como se aprecia en la figura 3.
Figura 3. El sueño esclavo, autógrafo de Bonifacio Byrne, Matanzas (1932: 56)
Fuente: Autógrafos
De igual modo, el tema de la soberanía de la patria y los derechos de la mujer en la sociedad, motiva las dedicatorias de otras personalidades ilustres como es el caso del abogado y político Cosme de la Torriente Peraza. En un texto que ocupa toda la página, fechado el 12 de agosto de 1932, el también veterano de guerra y diplomático, manifiesta:
[…] Pienso que en las cubanas hay más espíritu de orden, de respeto a la ley, de disciplina, de economía, que en los cubanos y que la participación de aquellas, en la vida política acrecentará en la totalidad de nuestro pueblo, cuando ejercite sus funciones ciudadanas, las virtudes de que estamos tan necesitados (Torriente Peraza, 1932, como se citó en Torriente Brau, 1996: 34)
En la continuidad de excelsas rúbricas, a poco menos de un mes de la anterior, estampa su firma Enrique José Varona, famoso sabio cubano, como lo califica Zoe en el Índice. «Ser bella es mucho; saberlo ser es más» (Varona, 1932, como se citó en Torriente Brau, 1996: 68), apunta, en breve expresión, el insigne filósofo y periodista.
Varona es un símbolo para la juventud de los años 20 y 30 del pasado siglo. Enlace histórico con la generación de 1895 —recuérdese que sustituyó a José Martí al frente del periódico Patria— y mentor hasta cuya casa los manifestantes pretendían llegar inicialmente en la protesta que culminó con los sucesos sangrientos del 30 de septiembre de 1930. Pablo de la Torriente Brau, que había resultado herido aquel día de iniciación revolucionaria, en más de una ocasión le escribe al Maestro, se preocupa por su salud y lo pone al tanto de la situación en prisión.
El afecto y la gratitud hacia esta figura los resume Pablo en el siguiente fragmento de carta, fechada el 18 de marzo de 1932: «De usted hablamos a menudo nosotros, y siempre con cariño y devoción. Todo esto se lo quiero expresar en nombre de todos, incluyendo mi propia y profunda simpatía» (como se cita en Depestre, 2017: 114).
En agosto de 1933, una vez derrotada la dictadura machadista, regresa Pablo de su primer exilio en New York. La crisis revolucionaria, al decir de Martínez Heredia (2012: 161), «tuvo su condensación y apogeo entre julio de 1933 y enero de 1934 […] su última gran manifestación fue la huelga de marzo de 1935».
Por esos días de inestabilidad política y social, de desesperanzas ante la «Revolución que se fue a bolina», como expresara Raúl Roa, Zoe queda cesante en su plaza del Hospital de Emergencias de La Habana, «bajo la acusación de comunista y fomentadora de huelgas» (Rodríguez y Trujillo, 2006, p. 103). Entonces, no será casual el mensaje alentador y lleno de esperanzas que recibe del ya célebre abogado y etnólogo Fernando Ortiz, el 21 de enero de 1936: «Son éstos, días sin sol; pero realumbrará con sus más vitales rayos. ¿No ve ya la nueva aurora y sus rubores?». [sic] (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 48).
El vínculo de los Torriente-Brau con don Fernando data de 1923, año en que Pablo conoce al poeta y revolucionario Rubén Martínez Villena y se inicia como mecanógrafo en el bufete de abogados, propiedad de Joaquín Jiménez Lanier, Oscar Barceló y del propio Ortiz, sito en O´Reilly y Mercaderes. De este último llega a ser secretario, en sustitución de Martínez Villena.
Pocos días después de que Fernando Ortiz firmara el autógrafo a Zoe, el primero le envía una carta a Pablo, quien se encontraba en su segundo exilio neoyorquino, en la cual se excusa por la tardanza de sus respuestas y lamenta la situación política de la República antillana:
Me convencí ya desde 1931 que esta situación es parecida a la «guerra de los diez años». La lucha es un status quo impotente de sostenerse sin la luz artificial y un provenir incapaz de imponerse por carecer de fuerza. Lucha de dos circunstanciales impotencias […].
La catástrofe cubana sigue aumentando hasta alcanzar proporciones inverosímiles. (Torriente Brau, 1936: 324-325)
Sin embargo, la relación de Zoe de la Torriente con el polígrafo cubano se tensará a finales de la década del cuarenta, cuando esta propone el nombre de Gonzalo de Quesada para la Biblioteca Nacional, lo cual desata una polémica en la prensa periódica que lleva a la Junta de Patronos de la institución a aprobar la iniciativa de Ortiz, de nombrarla José Martí.
En el segundo lustro de la década del treinta, Zoe ejerce varias ocupaciones: secretaria de personalidades como el periodista Manuel Márquez Sterling y el ingeniero José M. Carbonell; monta un taller de encuadernación e imparte clases de Matemáticas. Algunas de esas experiencias profesionales se ven reflejadas en los Autógrafos, de manera especial, aquellas que la vinculan a los idiomas. Tal es el caso de la dedicatoria en lengua francesa por David Whitmart, nieto del general Calixto García, «magnífico profesor de francés, con quien tuve el honor de ganar premio. Talentoso y distinguido», según la propia Zoe (Índice, 1996: 81).
Coincide en esta etapa la muerte en combate de su hermano Pablo y aunque llegan pocas firmas cercanas en el tiempo a este acontecimiento, la evocación al periodista quedará latente en los firmantes de las siguientes décadas. Uno de los mejores ejemplos resulta el casi ilegible y extenso autógrafo que escribe el destacado intelectual José María Chacón y Calvo, en 1937, amigo entrañable y uno de los últimos cubanos que vio con vida al emblemático corresponsal:
Este álbum evoca una sagrada memoria para mí, debiera decir que para todo cubano [...].
¿Como veo al amigo inolvidable en los días furtivos de Madrid? Los pasó en mi casa: tuve esa rara fortuna. [...] Era el símbolo de la fortaleza, de la seguridad, de la esperanza [...]. (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 58)
En 1940 ve la luz la novela inconclusa Aventuras del soldado desconocido cubano, de Pablo de la Torriente, por la editorial La Verónica, en La Habana y Zoe inicia sus estudios de Biblioteconomía, con el profesor Genaro Artiles, experimentado archivero y bibliotecario del Ateneo de Madrid, quien elogia el talento de su alumna en la dedicatoria fechada el 5 de febrero de ese año:
Dicen que no hay placer comparable al del investigador ante un hallazgo científico. Pero ¿y el placer del profesor que descubre un discípulo entre sus alumnos? Creo que la alumna Zoe de la Torriente proporciona a su profesor de Biblioteconomía este placer superior. (Artiles, 1940, como se Torriente Brau, 1996: 51)
No se equivocaba el maestro pues la pasión por los libros y la labor bibliotecaria de Zoe la llevarían a perfeccionar sus conocimientos en esta disciplina y dedicarse a ella hasta su jubilación. En consecuencia, y también por el influjo de la familia, en la década de 1940, recibe elogios de prestigiosos intelectuales cubanos y extranjeros como el periodista César Rodríguez Expósito, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, el abogado y político Raúl Roa García y la escritora tinerfeña Mercedes Pinto. Esta última, destaca: «Un apellido glorioso, obliga mucho, y en el de Ud. está enraizado el espíritu revolucionario de Cuba y las esperanzas de la España libre …». (Pinto, 1941, como se citó en Torriente Brau, 1996: 38)
Roig y Roa, escriben en 1948 y 1949, respectivamente. En ambas dedicatorias sobresale el recuerdo del héroe, el cronista y revolucionario, de manera especial en la remembranza de Roa, su mejor amigo y compañero de luchas, cuando subraya: «En este álbum de autógrafos que te regaló Pablo palpita, como en una urna, el alegre recuerdo de su vida limpia y generosa y el dolor inconsolable de su gloriosa caída» (Roa, 1949, como se citó en Torriente Brau, 1996: 41).
En su remembranza, el que después sería llamado Canciller de la Dignidad recuerda cuando se conocieron en el bufete de Fernando Ortiz, la víspera del 30 de setiembre de 1930 y concluye: «honrado me siento al estampar mi firma en estas páginas tuyas ofrendadas a Pablo» (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 41).
El recuerdo de Pablo continúa latente en las estampas de los amigos que firmaron el álbum en las décadas siguientes, de manera especial en los años sesenta, cuando el desempeño de Zoe en la Biblioteca Nacional José Martí la llevó a relacionarse con profesionales que confluyeron en la institución por esos tiempos y que coincidentemente tuvieron un vínculo especial con su hermano. En este caso estuvieron Renée Méndez Capote y Juan Pérez de la Riva.
La autora de Memorias de una cubanita que nació con el siglo escribió: «Zoe: a tu hermano Pablo me unió una amistad sincera, un sentimiento limpio, puro, lindo. Su muerte me ha acongojado muchas veces con ese apretón desolado de las cosas que se recuerdan con el dolor de saberlas idas para siempre. Cuba perdió en él a un hombre de talento claro y de enorme corazón» (Méndez Capote, s.f., como se citó en Torriente Brau, 1996: 69).
A su vez, el historiador y demógrafo Pérez de la Riva, quien dirige la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí desde 1964 hasta su muerte en 1976, «revolucionario del 30, compañero del Presidio Modelo de Pablo» (Torriente Brau, s.f.: 91) como destaca Zoe, dibuja con palabras la singular personalidad del joven periodista, cuando expresa: « […] Sus barbas de apóstol y su ironía buena y más que nada su sentido de la Revolución, exaltado, pero profundamente humano, quedaron inalterables en el recuerdo de todos aquellos que tuvieron el privilegio de vivir con él» [sic] (Torriente Brau, s.f.: 91).
Un suceso conmovedor quedó grabado en los Autógrafos: la conmemoración del 24 aniversario de la muerte de Pablo y el nombramiento del central Orozco, en Cabañas, Pinar del Río (hoy perteneciente a Artemisa), con el nombre del héroe. Aquel 19 de diciembre de 1960, obreros, campesinos y destacadas personalidades como los doctores Gustavo Aldereguía Lima y Agustín Brito, plasmaron en sus dedicatorias el respeto a las hermanas, así como «la responsabilidad de cuidar la producción y engrandecerla a la altura de aquella vida adamantina y de conducta fervorosa de patriota y revolucionario que lo llevó a inmolarse por la libertad […]» (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 87-88).
En las últimas dedicatorias fechadas a finales del siglo xx, la recurrente mención de Pablo se entrelaza con las manifestaciones de respeto y reconocimiento hacia las hermanas. De lo anterior da fe la nota del poeta y cineasta Víctor Casaus, fundador y director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, quien resume la importancia del álbum y elogia el empeño de su propietaria en el estímulo y conservación de la memoria familiar, que es también la memoria de un siglo: «Cuánto cariño entre estas letras, cuánto amor para Pablo, para la familia Torriente Brau, cuántos recuerdos hermosos que Zoe ha guardado a través de los años […]» (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 14).
Y como ventana abierta a la luz de lo hermoso y lo útil, el breve texto dedicado por el periodista y humorista cubano Enrique Núñez Rodríguez deviene invitación a escudriñar cada letra de este precioso volumen: «Únicamente la admiración que sentí desde niño por Pablo, y que ahora se acrecienta al conocerlas a ustedes, me anima a dejar mi humilde firma en un libro de autógrafos que es un tesoro […]» (Núñez Rodríguez, 1990, como se citó en Torriente Brau, 1996: 27).
Casi como una huella digital o un timbre de voz, la caligrafía personal está asociada a la inigualable marca de cada individuo en su paso por la vida. El álbum que nos ocupa unió los trazos —rostros y voces de puño y letra— de decenas de seres humanos quienes, además, forman parte relevante de la cultura y la historia de Cuba en el siglo xx. Si quisiéramos leer incluso más allá se vinculan junto a las referencias de la Mayor de las Antillas, visiones que implican a Puerto Rico y España, naciones indisolublemente ligadas al abolengo Torriente Brau, así como sentimientos nacionalistas e hispanoamericanistas en deseos de progreso, libertad, solidaridad y resguardo de la memoria.
Este pequeño archivo de dedicatorias revela también, el don de mundo de una singular familia. No solo partiendo del ícono de internacionalismo que constituye el periodista y revolucionario Pablo, que generó muestras de admiración y gratitud desde disímiles geografías y tiempos, sino también tomando como referente a sus hermanas. Ruth, la última de la raíz Torriente Brau, con más de noventa años se carteaba todavía con amigos y conocidos de varios países, como si en ello le fuera la sobrevida de su estirpe (Torriente Brau, 2010).
Similar pasión pusieron todos los miembros de aquella casa cubana en la documentación de cuánto hacían. Desde el cronista y comisario político, que en medio de la lucha sacaba energías para dejar copias al carbón de sus cartas enviadas o recibidas, con insólito «espíritu organizativo» (Casaus, 2012: 10), hasta la bibliotecaria Zoe, que terminó siendo la mayor archivista y guardiana de los «papeles de familia», como se titularía su libro.
El álbum evidencia innegables valores sociológicos al documentar en mínimas pinceladas cómo se pensaba o vivía en varias décadas, qué códigos morales, políticos, humanos se asumía. Un autógrafo como el ya citado del filósofo y pedagogo Varona, en loa de la belleza y prestancia femeninas habla de qué se entendía en círculos veteranos y letrados como el suyo, por caballerosidad y cuál era el rol ideal asignado a la mujer. Al mismo tiempo, otros de los firmantes pulsan una cuerda totalmente distinta, como el abogado puertorriqueño Henry Miranda, cuyo autógrafo es de 1935, o sea, solo 3 años después del de Varona. El de Miranda constituye todo un manifiesto a favor de las causas feministas. De las mujeres de temple, como la dueña del pequeño archivo, «y solamente de ellas, —afirma— puede esperarse una sociedad mejor» (Como se citó en Torriente Brau, 1996: 75).
Muchas de las rúbricas, en su individualidad tienen valores destacables, que darían casi para artículos independientes; pero ni el espacio, ni los objetivos de este análisis general permitirían examen tan detallado. Destáquense, no obstante, un par de ejemplos más. Resulta muy simbólico que, entre las dedicatorias plásticas del pequeño libro, esté una obra de Ricardo de la Torriente y Torriente (Torriente y Torriente, 1932, como se citó en Torriente Brau, 1996: 60), eminente caricaturista, creador de «Liborio», el personaje cubano humilde, «de a pie» que, un siglo más tarde, sigue siendo referencia del pueblo de la Isla.
Asimismo, detalles muy llamativos, como la visita del héroe antifascista Valentín González (Campesino), a la familia Torriente Brau, que según Zoe, por poco le cuesta ser reprimida por las autoridades del momento (Torriente Brau, 1996: 15), darían trigo para indagaciones históricas sustanciosas.
Todo ello no obsta para admitir que, en esta, como en cualquier disección y análisis quedan vacíos difíciles de completar. Sobre la página 17 del álbum, la propia destinataria reconoce años después en el Índice, que ella misma no recuerda a la persona. En este caso podríamos especular, como se trata de unos versos con visos de declaración romántica, cuestión tan íntima, quizá Zoe escogió adrede no recordarlos. Asimismo, el autógrafo de la página 73, solo lo identifica como «Dr.J. Hombre de izquierda» ¿Recordaba más y por algún motivo no pudo o no quiso revelarlo? Son preguntas que quedarán sin respuesta en la neblina del tiempo.
«A través de su voz y su palabra, Pablo se ha hecho presente» (Torriente Brau, 1996: 93), se lee en la dedicatoria del profesor de periodismo puertorriqueño Miguel Santiago Santana. Esa simple afirmación resume en parte el enorme legado de Zoe, el que igualmente brilla por sí mismo, a la par de la estela radiante de su hermano.
Un anhelo expresado por varios de los firmantes del Álbum de Zoe y mantenido por generaciones de cubanos ha sido recuperar y retornar a Cuba los restos de Pablo de la Torriente Brau. Este sueño, sin embargo, cada vez más parece una empresa imposible, a juzgar por recientes reportes (Cubadebate, 2021). El héroe, promotor de este libro de dedicatorias y quien prometió hacer el resumen crítico de las ideas en él contenidas, no pudo regresar vivo para cumplir su palabra y quizá tampoco regrese muerto para descansar cerca de su familia y de esta pequeña reliquia de muchas voces amigas.
El Álbum, evidencia y legado de la vocación archivística y patriótica de Zoe y los Torriente Brau, sigue hablando para los tiempos presentes y futuros.
En este artículo se han revisitado con mirada interpretativa las voces y rostros encapsuladas en firmas insignes que contiene tan valioso documento, muestrario de ideales, personalidades, caracteres, códigos de época y detalles históricos singulares que lo convierten en una pequeña joya dentro del fondo documental de la familia que atesora el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
Una edición crítica facsimilar del Álbum podría resultar un regalo a quienes hoy y mañana se interesen por esta genealogía que marcó en la Isla un abolengo de cultura y patriotismo a lo largo del siglo xx. Este texto puede constituir un mínimo aporte para ese fin.
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Jesús Arencibia Lorenzo (1982, Pinar del Río, Cuba). Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesor Auxiliar de la Universidad de La Habana (2006-2018) y adjunto de la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca (2018-2021). Autor de varios libros de no ficción. Actualmente cursa un doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Concepción (Chile). Becario ANID.
Cómo citar este artículo: Hidalgo, M.; Arencibia, J. (2024). Rúbricas del tiempo: historia y cultura cubanas en el álbum de Autógrafos de Zoe de la Torriente Brau. Islas, 66(208): e1454.
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ISSN: 0042-1547 (papel) ISSN: 1997-6720 (digital)
http: //islas.uclv.edu.cu
El estudio del álbum de Autógrafos de Zoe fue un proyecto de la profesora Miriam Rodríguez Betancourt, al cual damos continuidad con la debida gratitud. En mayo de 1996, las hermanas Zoe y Ruth donaron el álbum a la Cátedra Pablo de la Torriente Brau, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, entonces en la Calle G número 506, como consta en los cuños de la página 2. A instancias de la Cátedra se tomaron fotos de todo el contenido del álbum y del índice anexo que preparó Zoe años más tarde; pero ambos documentos permanecieron en poder de la familia hasta fallecer Ruth, la última heredera. En la actualidad se conservan en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.↩︎
El dibujo en cuestión está firmado como Wiki.↩︎
Se refiere al museo de la Asociación de Repórters de La Habana, ubicado en la calle Zulueta N.o 253, la primera asociación periodística en Cuba, a la que perteneció Pablo.↩︎